Poemas de Pablo Neruda

El nombre de Pablo Neruda es sinónimo de poemas, debido a que hablamos de un hombre destinado a la poesía desde cierto punto en su historia, hasta que murió el 23 de septiembre de 1973, y aunque pasaron décadas de este hecho, sigue estando presente por medio de su poesía.

Hoy en día se considera como posiblemente el más enormes artistas de la poesía, y sucede que no por nada ganó en su instante el Premio Nobel de la Literatura.

Más allá de que es verdad que hay mucha poesía de Pablo Neruda para gozar, hay además algunas que destacan por ser de los más populares y bellísimos de todos.

 

Poemas de Pablo Neruda inspiradores

Es un hecho que la manera en que se inspiraba Pablo Neruda para escribir poesía, era exclusiva, y esa inspiración puede traspasarte de forma positiva con solo leer sus poemas más inspiradores como lo son estos:

  1. No te toque la noche ni el aire ni la aurora, sólo la tierra, la virtud de los racimos, las manzanas que crecen oyendo el agua pura, el barro y las resinas de tu país fragante. (Soneto V).
  2. ¿Por qué el sombrero de la noche Vuela con muchos agujeros? ¿Qué dice la vieja ceniza Cuando camina junto al fuego? ¿Por qué lloran tanto las nubes Y conforme pasa el tiempo son más alegres? ¿Para quién arden los pistilos Del sol en sombra del eclipse? ¿Cuántas abejas tiene el día? (Por qué el sombrero de la noche).
  3. Y esta palabra, este papel escrito por las mil manos de solo una mano, no queda en ti, no se utiliza para sueños, cae a la tierra: ahí se sigue en pié. Da igual que la luz o la alabanza se derramen y salgan de la copa si fueron un tenaz temblor del vino, si se tiñó tu boca de amaranto. (Soneto XCVIII).
Poemas de Pablo Neruda

Poemas de Pablo Neruda de amor

El cariño es la más grande fuente de inspiración para escribir poemas, no solo de Pablo Neruda, sino de todos esos que lo hicieron en algún momento, pero centrados en este enorme poeta, expondremos los próximos poemas:

  1. Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Se ve que los ojos se te hubieran volado y se ve que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están repletas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía. (Poema 15).
  2. Cuántas ocasiones, amor, te amé sin verte y quizás sin recuerdo, sin admitir tu mirada, sin mirarte, centaura, en zonas contrarias, en un mediodía quemante: eras sólo el perfume de los cereales que amo. Quizás te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angola, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido. (Soneto 22).
  3. No estés lejos de mí un solo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es extenso el día, y te estaré aguardando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y quizás todo el humo que anda intentando encontrar casa venga a matar todavía mi corazón perdido. (Soneto XLV).

 

Poemas de Pablo Neruda para dedicar

Los poemas de Pablo Neruda no solo tienen la posibilidad de ocuparse a personas por las que se sienta amor romántico, además a familiares y amigos, puesto que hay de múltiples temáticas de las que partir, como estas:

  1. Amigo, llévate lo que tú desees, penetra tu mirada en los rincones y si de esta forma lo quieres, yo te doy mi alma entera con sus blancas avenidas y sus canciones. Amigo -con la tarde haz que se vaya este inservible y viejo deseo de vencer -. Bebe de mi cántaro si tienes sed. Amigo —con la tarde haz que se vaya este deseo mío de que todo el rosal me pertenezca -. (Amigo).
  2. Recordarás lo que yo traía: sueños despedazados por implacables ácidos, permanencias en aguas desterradas, en silencios de donde las raíces amargas emergían como palos quemados en el bosque. Cómo puedo olvidar, Rafael, ¿aquel tiempo? (A Rafael Alberti).
  3. A todos, a nosotros, los silenciosos seres de la noche que han tomado mi mano en las tinieblas, a nosotros, lámparas de la luz inmortal, líneas de estrella, pan de las vidas, hermanos misterios, a todos, a nosotros, digo: no hay gracias, nada va a poder llenar las copas de la pureza, nada puede contener todo el sol en las banderas de la primavera insuperable, como vuestras calladas dignidades. (A todos, a vosotros).
Poemas de Pablo Neruda

Frases

01. Cuántas veces, amor, te amé sin verte y tal vez sin recuerdo, sin reconocer tu mirada, sin mirarte, centaura, en regiones contrarias, en un mediodía quemante: eras sólo el aroma de los cereales que amo. Tal vez te vi, te supuse al pasar levantando una copa en Angola, a la luz de la luna de Junio, o eras tú la cintura de aquella guitarra que toqué en las tinieblas y sonó como el mar desmedido.
Soneto 22

02. Te amé sin que yo lo supiera, y busqué tu memoria. En las casas vacías entré con linterna a robar tu retrato. Pero yo ya sabía cómo era. De pronto mientras ibas conmigo te toqué y se detuvo mi vida: frente a mis ojos estabas, reinándome, y reinas. Como hoguera en los bosques, el fuego es tu reino.

03. Me gustas cuando callas porque estás como ausente, y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca. Parece que los ojos se te hubieran volado y parece que un beso te cerrara la boca. Como todas las cosas están llenas de mi alma emerges de las cosas, llena del alma mía. Mariposa de sueño, te pareces a mi alma, y te pareces a la palabra melancolía.
Poema 15

04. Me gustas cuando callas y estás como distante. Y estás como quejándote, mariposa en arrullo. Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza: déjame que me calle con el silencio tuyo.
Poema 15

05. Déjame que te hable también con tu silencio claro como una lámpara, simple como un anillo. Eres como la noche, callada y constelada. Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Poema 15

06. Es la mañana llena de tempestad en el corazón del verano. Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes, el viento las sacude con sus viajeras manos. Innumerable corazón del viento latiendo sobre nuestro silencio enamorado. Zumbando entre los árboles, orquestal y divino, como una lengua llena de guerras y de cantos. Viento que lleva en rápido robo la hojarasca y desvía las flechas latientes de los pájaros. Viento que la derriba en ola sin espuma y sustancia sin peso, y fuegos inclinados. Se rompe y se sumerge su volumen de besos combatido en la puerta del viento del verano.
Poema 4

07. No estés lejos de mí un solo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido.
Soneto XLV

08. Ay que no se quebrante tu silueta en la arena, ay que no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bienamada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo.
Soneto XLV

09. Si alguna vez tu pecho se detiene, si algo deja de andar ardiendo por tus venas, si tu voz en tu boca se va sin ser palabra, si tus manos se olvidan de volar y se duermen, Matilde, amor, deja tus labios entreabiertos porque ese último beso debe durar conmigo, debe quedar inmóvil para siempre en tu boca para que así también me acompañe en mi muerte. Me moriré besando tu loca boca fría, abrazando el racimo perdido de tu cuerpo, y buscando la luz de tus ojos cerrados. Y así cuando la tierra reciba nuestro abrazo iremos confundidos en una sola muerte a vivir para siempre la eternidad de un beso.
Soneto 93

10. Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte la leche de los senos como de un manantial, por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte en la risa de oro y la voz de cristal. Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, porque tu ser pasara sin pena al lado mío y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más y más.
Amor

11. Es bueno, amor, sentirte cerca de mí en la noche, invisible en tu sueño, seriamente nocturna, mientras yo desenredo mis preocupaciones como si fueran redes confundidas. Ausente, por los sueños tu corazón navega, pero tu cuerpo así abandonado respira buscándome sin verme, completando mi sueño como una planta que se duplica en la sombra. Erguida, serás otra que vivirá mañana, pero de las fronteras perdidas en la noche, de este ser y no ser en que nos encontramos algo queda acercándonos en la luz de la vida como si el sello de la sombra señalara con fuego sus secretas criaturas.
Soneto 83

12. Para mi corazón basta tu pecho, para tu libertad bastan mis alas. Desde mi boca llegará hasta el cielo lo que estaba dormido sobre tu alma. Es en ti la ilusión de cada día. Llegas como el rocío a las corolas. Socavas el horizonte con tu ausencia. Eternamente en fuga como la ola. He dicho que cantabas en el viento como los pinos y como los mástiles.
Poema 7

13. Amigo, llévate lo que tú quieras, penetra tu mirada en los rincones y si así lo deseas, yo te doy mi alma entera con sus blancas avenidas y sus canciones. Amigo -con la tarde haz que se vaya este inútil y viejo deseo de vencer -. Bebe de mi cántaro si tienes sed. Amigo —con la tarde haz que se vaya este deseo mío de que todo el rosal me pertenezca -.
Amigo

14. Recordarás lo que yo traía: sueños despedazados por implacables ácidos, permanencias en aguas desterradas, en silencios de donde las raíces amargas emergían como palos quemados en el bosque. Cómo puedo olvidar, Rafael, aquel tiempo?
A Rafael Alberti

15. Algunas veces encuentras en la vida una amistad especial: ese alguien que al entrar en tu vida la cambia por completo. Ese alguien que te hace reír sin cesar; ese alguien que te hace creer que en el mundo existen realmente cosas buenas.

16. A todos, a vosotros, los silenciosos seres de la noche que tomaron mi mano en las tinieblas, a vosotros, lámparas de la luz inmortal, líneas de estrella, pan de las vidas, hermanos secretos, a todos, a vosotros, digo: no hay gracias, nada podrá llenar las copas de la pureza, nada puede contener todo el sol en las banderas de la primavera invencible, como vuestras calladas dignidades.
A todos, a vosotros

17. Llegaste a mí directamente del Levante. Me traías, pastor de cabras, tu inocencia arrugada, la escolástica de viejas páginas, un olor a Fray Luis, a azahares, al estiércol quemado sobre los montes, y en tu máscara la aspereza cereal de la avena segada y una miel que medía la tierra con tus ojos.
Miguel Hernández asesinado en los presidios de Esp

18. Amiga, no te mueras. Óyeme estas palabras que me salen ardiendo, y que nadie diría si yo no las dijera. Amiga, no te mueras. Yo soy el que te espera en la estrellada noche. El que bajo el sangriento sol poniente te espera.
Amiga, no te mueras

19. Eres también patria plateada y hueles mal, a rencor, a borrasca, a escalofrío. Hoy que un día creció para ser ancho como la tierra o más extenso aún, cuando se abrió la luz mostrando el territorio llegó tu lluvia y trajo en sus espadas el retrato de ayer acribillado, el amor de la tierra insoportable, con aquellos caminos que me llevan al polo Sur, entre árboles quemados.
Araucanía, rosa mojada

20. De sus prisiones vino a ser mi hermano y recorrimos juntos las nieves esteparias y la noche encendida con nuestras propias lámparas. Aquí está su retrato para que no se olvide su figura: Es alto como una torre levantada en la paz de las praderas y arriba dos ventanas: sus ojos con la luz de Turquía.
Aquí viene Nazim Hikmet

21. Sube a nacer conmigo, hermano. Dame la mano desde la profunda zona de tu dolor diseminado. No volverás del fondo de las rocas. No volverás del tiempo subterráneo. No volverá tu voz endurecida. No volverán tus ojos taladrados.
Sube a nacer conmigo, hermano

22. Tú sabes que no enseña sino el hermano. Y en esa hora no sólo aquello me enseñaste, no sólo la apagada pompa de nuestra estirpe, sino la rectitud de tu destino, y cuando una vez más llegó la sangre a España defendí el patrimonio del pueblo que era mío.

23. No te toque la noche ni el aire ni la aurora, sólo la tierra, la virtud de los racimos, las manzanas que crecen oyendo el agua pura, el barro y las resinas de tu país fragante.
Soneto V

24. Tal vez tú no sabías, araucana, que cuando antes de amarte me olvidé de tus besos mi corazón quedó recordando tu boca, y fui como un herido por las calles hasta que comprendí que había encontrado, amor, mi territorio de besos y volcanes.

25. Por qué el sombrero de la noche Vuela con tantos agujeros? Qué dice la vieja ceniza Cuando camina junto al fuego? Por qué lloran tanto las nubes Y cada vez son más alegres? Para quién arden los pistilos Del sol en sombra del eclipse? Cuántas abejas tiene el día?
Por qué el sombrero de la noche

26. Y esta palabra, este papel escrito por las mil manos de una sola mano, no queda en ti, no sirve para sueños, cae a la tierra: allí se continúa. No importa que la luz o la alabanza se derramen y salgan de la copa si fueron un tenaz temblor del vino, si se tiñó tu boca de amaranto.
Soneto XCVIII

27. No quiere más la sílaba tardía, lo que trae y retrae el arrecife de mis recuerdos, la irritada espuma, no quiere más sino escribir tu nombre. Y aunque lo calle mi sombrío amor más tarde lo dirá la primavera.

28. Oh dama sin corazón, hija del cielo, auxíliame en esta solitaria hora con tu directa indiferencia de arma y tu frío sentido del olvido. Un tiempo total como un océano, una herida confusa como un nuevo ser abarcan la tenaz raíz de mi alma mordiendo el centro de mi seguridad.
Tiranía

29. Hay algo enemigo temblando en mi certidumbre, creciendo en el mismo origen de las lágrimas como una planta desgarradora y dura hecha de encadenadas hojas amargas.

30. El sin cesar ha terminado en flores, en largo tiempo que extiende su camino en cinta, en la novedad del aire, y si por fin hallamos bajo el polvo el mecanismo del próximo futuro simplemente reconozcamos la alegría así como se presenta. Como una espiga más, de tal manera que el olvido contribuya a la claridad verdadera que sin duda no existe.
Las espigas

31. El hecho es que hasta cuando estoy dormido de algún modo magnético circulo en la universidad del oleaje.

32. Vino color de día, vino color de noche, vino con pies de púrpura o sangre de topacio, vino, estrellado hijo de la tierra, vino, liso como una espada de oro, suave como un desordenado terciopelo, vino encaracolado y suspendido, amoroso, marino, nunca has cabido en una copa, en un canto, en un hombre, coral, gregario eres, y cuando menos, mutuo.
Oda al vino

33. La tarde sobre los tejados cae y cae… Quién le dio para que viniera alas de ave? Y este silencio que lo llena todo, desde qué país de astros se vino solo? Y por qué esta brurna-plúmula trémula- beso de lluvia -sensitiva- cayó en silencio -y para siempre- sobre mi vida?
La tarde sobre los tejados

34. Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire de toda nuestra extensa latitud silenciosa, todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada: tu apellido la caña levanta a la dulzura, el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar, el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar, la patata, el salitre, las sombras especiales, las corrientes, las vetas de fosfórica piedra, todo lo nuestro viene de tu vida apagada, tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios, tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.
Un canto para Bolívar (fragmento)

35. El Diccionario, viejo y pesado, con su chaquetón de pellejo gastado, se quedó silencioso sin mostrar sus probetas.
Oda al diccionario.

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